El fotógrafo eldense Jordi L. Coy, nos cuenta el trabajo y la preparación que lleva conseguir esta fotografía tan impresionante de la Luna «saliendo del Mar» y conseguir este efecto llamado Omega o jarrón etrusco.
Jordi L. Coy 19.01.2022
Durante una salida o una puesta tanto del Sol como de La Luna, se pueden apreciar diferentes efectos atmosféricos y para que se produzcan se deben cumplir algunos factores.
El efecto Omega es uno de los más vistosos y conocidos, se debe a una ilusión óptica que se produce cuando hay una fina capa de aire sobre el terreno que se encuentra más caliente que las áreas que le rodean y la luz que pasa a través de ella se refracta de esa forma.
Si pudiéramos ver la secuencia completa, podríamos apreciar cómo va ascendiendo la Luna y cuando llega a su último tercio esférico para descubrirse, vemos como si estuviese derritiéndose y pareciendo que le cuesta despegarse de la línea del horizonte, hasta que llega a su último tramo dejando ver ese curioso efecto.
Para poder conseguir fotografiar este efecto, he tenido que esperar un año y medio.
Durante este tiempo, sé que se ha producido al menos 3 veces, pero hasta este día no lo pude fotografiar.
Además de que se deben cumplir varios factores atmosféricos, para poder fotografiarlo en condiciones aceptables debemos hacerlo con la luz ambiente en su justa medida, con oscuridad suficiente para poder tener luz y detalle alrededor de la Luna, pero tampoco debemos tener demasiada luz para que la Luna sea brillante en su salida y que no aparezca difusa. Obviamente también debemos hacerlo cuando tenemos cielos limpios y despejados y ese punto es complicado ya que donde siempre se acumulan más nubes, partículas y suciedad es sobre el horizonte.
En este tipo de fotografías se utilizan equipos que normalmente llevamos al extremo y por ese motivo necesitamos buenas condiciones ambientales para tener toda la calidad posible.
Su nombre hace alusión a la letra omega del alfabeto griego.
Durante la sesión estuve acompañado de Ziro, no se quiso perder como se ve detrás de las cámaras, ya que él es con quien siempre cuento para mis fotografías en el mar.
Nunca me fijo en los físicos para elegir a mis colaboradores o modelos, pero esta vez necesitaba a alguien corpulento para poder llevar a cabo lo que tenía pensado, que era caracterizarlo con algunos objetos y poder contar una historia.
Conocí a Isaac en una competición de Paddle surf en Campello durante este verano y ya con la idea en la cabeza me presenté y le comenté el plan, no dudó en decirme que sí después de ver algunas fotos de mi proyecto que tuve que mostrarle al quedarse un tanto confuso al no saber bien de que se trataba, suele pasarme.
Finalmente, no pude llevar esa idea a cabo por temas logísticos y a última hora tuve que cambiar un poco los planes para contar algo diferente.
En el momento de la foto, Isaac se encontraba a la distancia exacta de 790 metros de mi posición, estuvimos en contacto en todo momento a través de teléfono móvil con el que le podía ir dándole indicaciones.
En un principio mantuve el equipo sobre el trípode para hacer un enfoque más preciso y a falta de un minuto en la salida cogí cámara en mano porque es necesario ir moviéndote hacia un lado y a otro para fijar al modelo donde quieres, ya que, al haber corriente, Isaac no podía permanecer quieto en el mismo punto.
Tengo mucho que agradecer a las personas que colaboran en mis trabajos, ya sea por lo que hacen para conseguirlo o cómo lo hacen.
Siempre digo que es un trabajo en equipo y si una de las partes falla, se acabó y hasta la próxima oportunidad.
En este caso, lo de Isaac tiene mucho mérito.
En ese momento habían 10° de temperatura, estuvo sobre su tabla dentro del agua unos 20 minutos, con medio cuerpo mojado y sin camiseta en el momento de la foto para poder definir más la silueta.
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